Cuéntanos de ti, cómo te defines y a qué te dedicas hoy.
Me llamo María Ignacia Urzúa Reyes, también conocida como “Chiqui”, tengo 26 años, soy exalumna del colegio Everest y estudié derecho en la UC.
Actualmente, estoy trabajando en un estudio de abogados, administro mi página de Instagram @te.conlibros, donde hago recomendaciones de todo tipo de novelas y el año pasado publiqué mi primer libro: “Una Promesa de Cien Años”.
Me defino como una mujer trabajadora, disciplinada, apasionada por los libros y las letras en general.
¿De dónde surge tu idea o motivación por escribir un libro?
Desde muy chica me encanta leer. Al principio, disfrutaba los libros del colegio (13 Casos Misteriosos, Ay Cuanto Me Quiero, Un Perro Confundido…), después empecé a vitrinear por las librerías. En su minuto me devoré la saga de Molly Moon, Fairy Oak, todo lo que existía sobre vampiros, muchas novelas juveniles de ciencia ficción etc. Creo que casi de forma simultánea, empecé a crear mis propias historias. Partí a escribir cuentos, poemas, hice comics y ya más grande decidí ponerme un desafío mayor, escribir novelas.
Viendo mi vida un poco en perspectiva, creo que es tanto lo que me marcaron algunos libros, tantas historias con mensajes, que hasta el día de hoy me siguen dando vueltas, que terminaron por impulsarme a querer formar parte del grupo de autores que las crean.
Cuéntanos de tu libro, “Una promesa de cien años”…
Una Promesa de Cien Años nació, como su título lo dice, de una promesa que me hice a mí misma de, algún día, dar a conocer mis historias.
Escribir es una cosa. Es una actividad personal, muy libre, es mi forma de viajar sin pararme de la silla. Publicar, es algo completamente distinto. Es exponerse, transparentarse totalmente con un público que no te conoce, dejarse juzgar.
Desde que me desafié a escribir novelas quise presentar un buen proyecto al público. Y cuando terminé este libro, supe que aquí había algo interesante, que me hacía sentir orgullosa y con un potente mensaje que hoy es muy necesario: la esperanza.
Una Promesa de Cien Años es mi carta de presentación al mundo de las editoriales, librerías, y creo que la mejor que pude haber tenido.
Es una historia sobre dos jóvenes que comienzan una travesía por restaurar la paz en un mundo roto llamado Melliedor. Hay misterio, romance, batallas y mucha magia, un toque personal que responde a mi amor desde chica por la fantasía y las películas de Disney.
Una de las cosas que más me gustan es que está dirigida a todo público. Es una novela que pueden disfrutar grandes y chicos.
¿Cómo fue tu experiencia a lo largo del proceso de la escritura?
Fue un camino muy entretenido, pero tuvo sus dificultades.
Para mí, lo mejor del proceso fue la parte creativa, imaginar a los personajes, su mundo y problemas. Me encantaba dibujar un posible mapa de Melliedor, los símbolos de los clanes de los distintos personajes, guardar imágenes en mi computador que me recordaran los paisajes donde se desarrolla la trama…
Poner todo en papel, de forma atractiva, entretenida y cuidando que estuviera bien hilado fue difícil. La máxima expresión de ello es que el proceso de escritura de esta novela duró un total de seis años.
Soy una persona super exigente conmigo misma, así que muchas veces trabajaba horas en un capítulo que terminaba borrando al día siguiente si no me convencía al 100%.
Además, escribir una novela requiere disciplina, mantenerse conectado con la historia para no perder el foco y silencio, lo que implicó que hacerme un espacio en distintas vacaciones para estar sola y concentrarme en trabajar.
Al final, el resultado fue precioso, y tras un proceso largo de corrección, el libro quedó listo. Es impagable ver algo así. Lo repetiría mil veces.
¿Cuáles fueron y han sido los principales aprendizajes?
Creo que una de las grandes enseñanzas que me dejó este proceso la aprendí en la etapa de corrección de la novela.
Cuando estaba trabajando con el editor (Aldo), leíamos en voz alta el texto y me daban ganas de cambiar millones de cosas. Como el libro fue escrito en un periodo tan largo, había muchas cosas del inicio (forma en que estaba escrito, por ejemplo) que no se condecían con la forma en que yo tenía escrito los capítulos finales. Lo mismo pasaba con la trama. Entre el 2017 y 2022 había leído tantos libros que tenía nuevas ideas que me habría gustado incluir en mi novela.
Después de estos “colapsos”, Aldo se reía y me decía que tenía que aceptar y querer a esa “Chiqui” del pasado y lo que había escrito. En algún minuto había que dejar de corregir y lanzarse, con la convicción de que había hecho todo lo que estaba a mi alcance en ese entonces.
¿Qué de lo que te enseñó el colegio o aspectos de su formación te ha ayudó a desenvolverte y dar forma a este proyecto?
El colegio me enseñó siempre a desafiarme, a mirar más alto, como su propio lema lo dice (“Semper Altius”). Creo este se ha transformado en una tónica constante en mi vida. La he intentado poner en práctica a través de metas ambiciosas, pero que con esfuerzo, constancia y disciplina, se pueden cumplir.
También la formación que recibimos en “servicio”, a través de instancias como misiones, Cruzadas o el ramo de Participación Social, dejaron muy grabado en mí la idea de poner mis talentos a disposición de los demás. Siempre supe que tenía facilidad con la lectura y que se me daba bien la “crítica”, y hoy Te Con Libros es el espacio que tengo donde puedo compartir con otros este “hobbie” y facilitar la búsqueda de buenas historias a los demás.
¿Cómo influyó y qué herramientas te entregó el colegio que te hacen ser la persona que eres hoy tanto como profesional y/o en lo personal?
Algo que siempre noto en los ex alumnos del colegio, en mí incluida, es el buen desplante oral que tenemos.
Creo que la cantidad de oratorias, presentaciones orales y aulas socráticas que tuvimos nos hicieron personas preparadas para levantar la voz, sin miedo y lograr una muy buena comunicación con el otro.
Esto para mí es hoy esencial, no solo en mi trabajo como abogada, sino también en mi cuenta de Instagram, donde estoy en constante comunicación con una gran comunidad lectora.
En el ámbito más personal, el colegio fortaleció mucho mis valores, espiritualidad y la actitud de servicio.
¿Cuál es el mejor recuerdo de tu paso por el colegio?
Uno de los más lindos recuerdos son los recreos con mis amigas y estar juntas todo el día, algo que ahora es muy difícil de lograr, y las miles de actividades que teníamos: alianzas, interescolares, misiones, Cruzadas….
Tuve también la suerte de participar en el musical del colegio durante todo media. Ahí conocí a un gran grupo de personas, las que potenciaron mi lado más artístico. Creo que, sin esa instancia, quizás no me hubiera atrevido a hacer a abrir mi lado “lector” en redes sociales y publicar una novela.
¿Alguna persona que haya marcado tu paso por el colegio y que quieras recordar y/o agradecer?
Darle muchas gracias a la miss Tessie, por haber haberse dado el tiempo de enseñarnos muchas más cosas que solo inglés en sus clases.
En una palabra…para mi, mi colegio es…..
Mi casa. He tenido la oportunidad de volver varias veces y cada vez que lo hago me siento cómoda y bienvenida.
¿Qué mensaje le puedes transmitir a los actuales alumnos de tu colegio?
Que aprovechen las herramientas que da el colegio y, sobre todo, que lo disfruten. Disfruten a sus amigos, los recreos y almuerzos juntos, las instancias espirituales, las actividades, ¡todo! ¡Sáquenle el jugo a su etapa en el colegio, porque no hay otra!