Antonia Alonso Lecaros, Exalumna generación 2018

Cuéntanos de ti, cómo te defines y a qué te dedicas hoy. 

Tengo 22 años y soy la mayor de 5 hermanos. Soy una mujer alegre, tira para arriba e inquieta cuando se trata de ideales que traigan alegría. Estoy en 5to de Enfermería en la Universidad de los Andes.

Estuviste participando en Misión Central durante algunos años, cuéntanos ¿Qué significó para ti esa experiencia?

Para mí Misión Central fue un regalo que me ayudó a crecer de distintas formas, especialmente cuando se trata de comprender la realidad deshumanizada que viven muchas personas y familias en Chile. Creo que la fundación y el equipo que la conforma me enseñó a entender que siempre se puede buscar un cambio, y sobre todo, que la felicidad no tiene sentido si no se comparte con otros.

Hiciste tu práctica en Oncología infantil en España donde además trabajaste en la Fundación “Un Paso Más”, donde fuiste y eres parte de algunos proyectos. ¿Qué nos puedes contar de esto?

Cuando llegué a España, se me instaló una inquietud que me llevó a vivir una de las mejores experiencias de mi vida. Ahí fue cuando gracias a un amigo, conocí “Por Verte Sonreír”, uno de los proyectos de la fundación “Un Paso Más” que busca recaudar medios para la investigación del cáncer infantil, al igual que apoyar a las familias involucradas en el proceso. Este proyecto tenía directa relación con mi carrera, ya que me encontraba trabajando en la planta de oncología infantil de la Clínica Universidad de Navarra. Vivir esta experiencia me hizo entender que, a pesar de todo, Dios siempre está ahí; en la alegría de una familia cuando sabe que su hijo está evolucionando bien; abrazando al que le dicen que las cosas no están yendo como se esperaban; y acompañando a esos papás que salen de la clínica con los brazos vacíos. Tanto mi paso por la oncología infantil como la fundación, me mostraron el valor de conservar la alegría hasta en los momentos más difíciles.

¿De dónde o por qué razón nace tu necesidad de trabajar para los niños con cáncer?

La necesidad de trabajar con niños con cáncer nació al darme cuenta de que faltaba mucha alegría por entregarles. A pesar de todo, siguen siendo niños, y creo que eso es algo que hay que cuidar, ya que la percepción que ellos tienen sobre su enfermedad es muy distinta a la que tiene un adulto. Con el tiempo, me hice fan de lo valientes y felices que son a pesar de todo lo que viven.

Vivir y trabajar en África, específicamente en Kenya, con una cultura muy distinta a la nuestra y además existe un alto índice de pobreza, es un verdadero ejemplo de entrega y caridad. ¿Cómo ha sido y que ha significado para ti enfrentar esto? ¿Cuáles han sido las mayores dificultades?

Volver a África fue un regalo. Es un lugar que significa mucho para mi y lo que soy. Al llegar, no pasaron muchas horas para darme cuenta de que Kenya es uno de los lugares más alegres que he conocido y que estar ahí saca lo mejor de mí. A pesar de la adversidad y pobreza, en Kenya logran conservar la felicidad y la unidad, algo que para mí siempre ha sido clave. Por otro lado, ser parte del equipo sanitario me permitió ver a niños y familias enfrentando con pocos recursos enfermedades que podían costarles la vida. Eso nos motivó a seguir creciendo, a abrazar el plan B y aprender a ser creativos con los recursos que teníamos en el momento.

¿Alguna experiencia valiosa de tu trabajo y voluntariado que te haya marcado y que nos quieras compartir?

Ver como se transformaba la cara de un niño luego de curarle una herida, es uno de los recuerdos más valiosos que tengo. Algo tan sencillo como ver a alguien sentirse mejor y entender que fuiste tú quien logró causarlo, se transformó en mi base para todo el trabajo que hicimos durante estos meses, tanto en Kenya como en la Clínica.

¿Cómo influyó y qué herramientas te entregó el colegio que te hacen ser la persona que eres hoy?

El colegio me enseñó el valor de la solidaridad, de siempre mirar a quien tenemos al lado. Estuve rodeada de un equipo de formadoras increíbles y de amigas que me entregaron muchísimas herramientas para la vida.

¿Cuál es el mejor recuerdo de tu paso por el colegio?

Mis mejores recuerdos del colegio incluyen experiencias que me hicieron conocer a mis amigos que me llevo hasta hoy. Semana del colegio, interescolares, reino, paseos y todo lo que me acercó a las personas que hoy más quiero.

En una palabra… para mí, mi colegio es…

(Jajaja no puedo una sola palabra) Para mí, el colegio fue clave para mi desarrollo y formación personal, sobre todo al momento de crear instancias que me ayudaron a conocer realidades distintas.

¿Qué mensaje le puedes transmitir a los actuales alumnos de tu colegio?

A los alumnos les diría que aprovechen las oportunidades que el colegio da para crecer en solidaridad. Es una virtud que te acompaña el resto de la vida y te ayuda a mirar a los demás con otros ojos.